martes, 24 de marzo de 2015
La creación de la Tierra según Los Indios
Hace muchos, muchísimos inviernos la Tierra estaba completamente cubierta por un inmenso manto de agua. No había Sol, ni Luna, ni estrellas. No había luz. Todo era oscuridad.En aquellos tiempos las pocas criaturas que poblaban la Tierra vivían en el agua, y eran el castor, la nutria el pingüino y el pato.Lejos, muy alto en el cielo, se hallaba el País de los Espíritus Felices, donde habitaba Rawenio, el Gran Legislador.En la cúspide de la Tierra Alta crecía un árbol gigantesco. Un gran Manzano cuyas raíces habían horadado la tierra en la que crecía.Un día, Rawenio arrancó aquel Gran Árbol y sus enormes raíces.
Llamó entonces el Gran Espíritu a su hija, que vivía también en el Mundo Alto, y le ordenó mirar por el agujero que el Gran Árbol dejara.Esta mujer, que habría de ser la Madre del Bien y del Mal, se apresuró a mirar.
Vio a lo lejos, en la profundidad de los cielos, el Mundo Bajo cubierto de agua y rodeado de densas nubes.“Has de ir a ese mundo de oscuridad”, le dijo el Gran Espíritu y, levantándola dulcemente del suelo, la dejó caer por la oquedad.Ella flotó en el vacío. Abajo, muy lejos aún, se mecían sobre las aguas oscuras los animales acuáticos mirando al cielo, observando la Gran Luz, la luminosidad de la Mujer Celeste, que caía lentamente sobre ellos.Y su cuerpo brillaba con tal resplandor que al principio se asustaron. Y llenos sus corazones de miedo, se sumergieron en las aguas más profundas.Pero al olvidar sus temores volvieron a la superficie, y se preguntaron qué sería de la Mujer cuando cayera en el agua y qué podrían hacer con ella.“Hemos de encontrar algún lugar seco donde depositarla cuando caiga” dijo el Castor, y recorrió todas las aguas en busca de tierra. Pero transcurrió mucho tiempo, y el cuerpo sin vida del Castor apareció flotando sobre las olas.Tras él lo intentó el Pingüino, y su cuerpo no regresó nunca del fondo de las aguas. Todas las criaturas acuáticas se zambulleron en busca de tierra, pero no encontraron ninguna.Finalmente la Nutria ascendió de las profundidades y también su cuerpo, ya muerto, flotó durante algún tiempo sobre la superficie de las aguas. Sus pequeñas garras, fuertemente apretadas, dejaron caer al abrirse, unos granitos de arena.Las criaturas del agua cogieron esta tierra, llamaron a una Gran Tortuga y la depositaron sobre su caparazón, asegurándose que quedara bien fija. Inmediatamente la Tortuga creció muchísimo, igual que aquel puñado de arena.Y así se hizo América del Norte, como una inmensa isla. A veces cuando la tierra cruje y se agita, y enormes olas golpean con dureza las playas, el hombre blanco dice “terremoto”. El Mohawk dice: “La tortuga se está estirando”.La Mujer Celeste estaba ya muy cerca de la Tierra. “Debemos alcanzarla para que caiga a tierra fácilmente apoyándose sobre nuestras espaldas”, dijo el Jefe de las Palomas Blancas. Y una gran bandada de palomas surcó el aire, y arropando a la Mujer Celeste, la depositó cuidadosamente sobre la Tierra.Al cabo de un tiempo, la Mujer Celeste dio a luz a dos hijos gemelos. El que habría de ser el Buen Espíritu nació primero. El otro, el Espíritu del Mal, fue el segundo, y durante el parto causó a su madre tantos dolores que a causa de ellos murió.
El Espíritu del Bien cogió inmediatamente la cabeza de su Madre en las manos y la colocó en el cielo. E hizose el Sol. Del cuerpo muerto forjó la Luna y las estrellas y las aposentó también en los cielos.Después enterró el resto en las entrañas de la Tierra, y lo que de ella surgió fue alimentado por el Sol y por la madre Tierra.
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